EL MOTÍN DE ESQUILACHE | Vint®
Un rey, un ministro italiano y unos sombreros. Podría ser el inicio de un cuento cualquiera, pero son los ingredientes de un suceso que ocurrió en 1766 y que demuestra la importancia que, desde siempre, ha tenido esta prenda en la sociedad de nuestro país. Bienvenidos al ‘Motín de Esquilache’.
Carlos III enfrentó en Madrid uno de sus episodios más peliagudos con la llegada de esta revuelta popular. El Marqués de Esquilache era uno de sus más fieles ministros, y a él se le asignó la misión de mejorar la salubridad y seguridad de la capital. A una serie de medidas que fueron soliviantando los ánimos de la población, se le unió la que colmaría definitivamente el vaso: la prohibición del chambergo, un sombrero blando de copa relativamente baja, con una o las dos alas dobladas y sujetas a la copa con presillas o broches.
¿El motivo? Su morfología contribuía al anonimato y, además, facilitaba la ocultación de armas. Y claro, con ello crecía de forma proporcional la capacidad del delincuente para cometer sus fechorías. Pero la población vio esta medida como un ataque a su libertad, a una identidad y un modo de vida que, entre otras muchas formas, se manifestaba a través de esta vestimenta. De sus sombreros.
El hambre y la rabia hicieron el resto. El motín arrancó en Madrid y se fue extendiendo por el resto del país, hasta acabar provocando el destierro del odiado marqués y, por supuesto, la anulación de la prohibición.
Así que la moraleja es meridiana: con los sombreros no se juega. (Bueno, con los de nuestro catálogo podéis jugar, reír, divertiros, lucir vuestro mejor estilo y combinarlos de forma infinita, pero que no se entere nadie de 1766).